Una conclusión es el cierre de un discurso, texto o argumento, en el que se resume lo expuesto y se presenta una idea final. En este artículo, exploraremos el significado de una conclusión, su importancia en la comunicación y los distintos tipos que existen. ¿Te interesa saber cómo estructurar una conclusión efectiva y cuántas variantes puedes encontrar en textos académicos, narrativos o argumentativos? ¡Sigue leyendo!
¿Qué es una conclusión y cuántos tipos hay?
Una conclusión es el último apartado de un texto estructurado, cuyo propósito es resumir los puntos clave, reforzar la tesis principal y dejar una impresión final en el lector. En este sentido, no solo sirve como cierre, sino como herramienta para integrar ideas y ofrecer una reflexión final. En textos académicos, por ejemplo, la conclusión puede incluir recomendaciones, implicaciones o sugerencias para investigaciones futuras.
La cantidad de tipos de conclusiones varía según el propósito del texto. En general, se pueden identificar al menos cinco categorías principales: resumen, reflexiva, proyectiva, evaluativa y llamada a la acción. Cada una se adapta al estilo y al tipo de contenido que se está desarrollando.
Además, la conclusión no siempre es una sección fija. En textos narrativos, puede ser más subjetiva, mientras que en los expositivos o argumentativos suele ser más objetiva y estructurada. La clave está en que siempre debe conectar con el desarrollo del texto y cumplir su función de cierre.
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El rol final de un texto y su impacto en el lector
La conclusión cumple un papel fundamental en la estructura de cualquier texto escrito. Es el momento en el que el autor se desvía de la exposción o argumentación y se centra en dejar una impresión duradera. Su importancia radica en que puede reforzar la idea central, corregir posibles confusiones del lector o incluso invitar a una acción o reflexión posterior.
En la escritura académica, por ejemplo, una buena conclusión no solo resume los hallazgos, sino que también contextualiza su relevancia. En la literatura, puede generar un efecto emocional o un mensaje simbólico. Por otro lado, en artículos periodísticos o de opinión, la conclusión a menudo sirve para reforzar la postura del autor o para llamar a la acción.
Un ejemplo práctico es el uso de la conclusión en ensayos argumentativos. Allí, el escritor puede reiterar su tesis, refutar posibles objeciones y proponer soluciones concretas. Este tipo de cierre no solo cierra el ciclo lógico del texto, sino que también le da coherencia y unidad.
Diferencias entre cierre y conclusión en escritura académica
Aunque a menudo se usan de forma indistinta, es importante diferenciar entre cierre y conclusión en la escritura académica. Mientras que el cierre es simplemente el final del texto, la conclusión implica un proceso de síntesis y evaluación de lo expuesto. El cierre puede ser tan simple como un párrafo que resuma lo anterior, pero la conclusión debe añadir valor al contenido, no solo repetirlo.
Por ejemplo, en un informe técnico, el cierre podría ser una tabla de resúmenes, mientras que la conclusión sería un análisis crítico de los resultados obtenidos. En un trabajo de investigación, la conclusión no solo resume, sino que también puede incluir limitaciones del estudio, sugerencias para futuras investigaciones o aplicaciones prácticas.
Esta distinción es clave para mantener la calidad y la coherencia del texto, especialmente en contextos académicos donde se valora la profundidad y la originalidad del pensamiento.
Ejemplos de conclusiones en distintos tipos de textos
Existen muchos ejemplos de conclusiones en diversos tipos de textos. En un ensayo académico, una conclusión típica podría decir: En base a los análisis realizados, se puede concluir que el cambio climático es un fenómeno complejo que requiere de políticas públicas globales y coordinadas para abordarlo de manera efectiva. Esta conclusión resume, contextualiza y propone una acción.
En un texto narrativo, como una novela, la conclusión puede ser más emocional o simbólica. Por ejemplo: Y así, con el amanecer, dejó atrás los recuerdos del pasado y caminó hacia un nuevo futuro, donde cada paso lo acercaba a sí mismo. Este tipo de cierre no solo cierra la historia, sino que también transmite un mensaje universal.
En artículos de opinión o periodísticos, una conclusión puede ser una llamada a la acción: Es hora de que las instituciones tomen cartas en el asunto y garanticen el acceso equitativo a la educación para todos los niños del país. Este tipo de cierre no solo resume, sino que también invita a un compromiso social.
La importancia de la coherencia en la redacción de una conclusión
La coherencia es un elemento esencial en la redacción de una conclusión efectiva. Para que la conclusión funcione como un cierre sólido, debe estar completamente alineada con el desarrollo del texto. Esto implica que no se introduzcan ideas nuevas, ni se repitan de manera monótona lo ya expuesto.
Un buen enfoque es revisar los puntos clave del cuerpo del texto y sintetizarlos de manera concisa. Por ejemplo, si en el desarrollo se habló de tres argumentos principales, la conclusión debe mencionarlos de forma integrada, sin perder su coherencia lógica. Además, la coherencia se logra también con una transición suave desde el último párrafo del desarrollo hasta la conclusión.
También es importante que el tono de la conclusión sea congruente con el del texto completo. Si el desarrollo fue formal, la conclusión no debe ser coloquial. Si el texto fue persuasivo, la conclusión debe reforzar la intención persuasiva sin caer en exageraciones. La coherencia no solo es estética, sino funcional.
Los 5 tipos más comunes de conclusiones en escritura académica
En la escritura académica, se identifican al menos cinco tipos principales de conclusiones, cada una con un propósito específico:
- Conclusión resumen: Revisa brevemente los puntos clave del texto.
- Conclusión reflexiva: Ofrece una visión crítica o filosófica sobre el tema.
- Conclusión proyectiva: Hace proyecciones o predicciones basadas en los resultados.
- Conclusión evaluativa: Evalúa el impacto o relevancia de lo expuesto.
- Conclusión llamada a la acción: Propone una acción concreta o invita a reflexionar sobre el tema.
Cada una de estas conclusiones puede adaptarse según el tipo de texto y el público al que va dirigido. Por ejemplo, en un informe de investigación, una conclusión evaluativa puede destacar las implicaciones prácticas de los hallazgos, mientras que en un artículo científico, una conclusión proyectiva puede sugerir líneas futuras de investigación.
La importancia de finalizar con fuerza en la escritura efectiva
Finalizar un texto con fuerza no solo implica redactar una conclusión clara, sino también asegurarse de que esta deje una impresión duradera en el lector. Una buena conclusión debe capturar la atención final del lector, reforzar la tesis principal y, en muchos casos, provocar una reflexión o acción. Para lograrlo, es fundamental que la conclusión no sea una mera repetición del desarrollo, sino una síntesis creativa de lo expuesto.
Por ejemplo, en un discurso político, la conclusión puede ser un llamado a la unidad nacional, mientras que en un artículo periodístico puede ser una advertencia sobre una crisis social. En ambos casos, la conclusión debe ser memorable y funcional. Para lograrlo, los autores a menudo recurren a técnicas como la repetición de ideas clave, el uso de metáforas o la inclusión de frases impactantes.
La fuerza de la conclusión también depende de la coherencia con el tono del texto. Si el desarrollo fue argumentativo, la conclusión debe ser persuasiva. Si fue descriptivo, debe ser clara y concisa. En cualquier caso, el objetivo es que el lector salga del texto con una idea clara y una sensación de cierre satisfactorio.
¿Para qué sirve una conclusión en un texto escrito?
La conclusión sirve para dar cierre a un texto escrito, pero su función va más allá de simplemente finalizar. En un ensayo, por ejemplo, la conclusión permite reforzar la tesis principal, resumir los argumentos presentados y mostrar cómo estos se enlazan con el propósito del texto. En un informe técnico, puede resumir los resultados clave y presentar recomendaciones prácticas.
En textos narrativos, como cuentos o novelas, la conclusión puede tener una función emocional, cerrar la historia de forma satisfactoria o dejar una enseñanza implícita. En artículos periodísticos, una buena conclusión puede resumir los hechos más relevantes y presentar una visión crítica del tema tratado.
Un ejemplo práctico es el uso de la conclusión en un discurso. Allí, la conclusión no solo cierra el discurso, sino que también puede motivar al público a actuar o reflexionar. Por eso, en cualquier tipo de texto, la conclusión debe cumplir su función de cierre, síntesis y enlace con el propósito del texto.
Tipos alternativos de finales en textos creativos
En la escritura creativa, como en la literatura o el periodismo narrativo, existen tipos alternativos de conclusiones que no siguen un patrón académico tradicional. Estos pueden incluir:
- Conclusión abierta: Deja al lector con una pregunta o una situación sin resolver.
- Conclusión circular: Vuelve al punto de partida para dar coherencia narrativa.
- Conclusión inesperada: Sorprende al lector con un giro inusual.
- Conclusión emocional: Genera una respuesta emocional profunda.
- Conclusión simbólica: Usa símbolos para transmitir un mensaje más profundo.
Por ejemplo, en una novela, una conclusión circular puede comenzar con una escena y finalizar con la misma, pero desde una perspectiva diferente. En un cuento, una conclusión emocional puede dejar al lector con una sensación de nostalgia o esperanza. Estos tipos de conclusiones son especialmente útiles en textos donde la intención no es informar, sino emocionar o provocar una reflexión profunda.
La evolución del concepto de conclusión en la historia de la escritura
A lo largo de la historia, el concepto de conclusión ha evolucionado junto con la escritura y la comunicación humana. En textos antiguos, como los griegos o los romanos, la conclusión era una parte estructurada del discurso, pero no siempre tenía una función tan definida como en la actualidad. En el Renacimiento, con el auge de la escritura académica, la conclusión adquirió mayor relevancia como síntesis final del contenido.
En la literatura moderna, el enfoque en la conclusión ha variado según las corrientes estéticas. Mientras que en el siglo XIX se valoraba una conclusión clara y resuelta, en el siglo XX se hicieron populares las conclusiones abiertas, típicas del modernismo. En la actualidad, en la escritura académica y periodística, la conclusión sigue siendo una herramienta clave para sintetizar, evaluar y proyectar.
Esta evolución refleja cómo la escritura ha ido adaptándose a las necesidades de los lectores y a los cambios en la sociedad. Hoy en día, la conclusión no solo cierra un texto, sino que también puede ser un instrumento para provocar una acción o una reflexión.
El significado de la palabra conclusión en diferentes contextos
La palabra conclusión proviene del latín *conclusio*, que significa cierre o finalización. En su sentido más general, se refiere al final de un proceso, discurso o argumento. Sin embargo, su significado puede variar según el contexto en el que se use. En escritura académica, la conclusión es una sección obligatoria que sintetiza los puntos clave y presenta una reflexión final. En la vida cotidiana, se puede usar para referirse al final de una discusión o una decisión tomada tras un análisis.
En la lógica y la filosofía, una conclusión es el resultado de un razonamiento, donde se deduce una premisa a partir de otras. En derecho, una conclusión puede referirse al fallo de un juicio. En matemáticas, es el resultado obtenido tras una demostración. En cada contexto, la conclusión cumple una función específica, pero siempre implica un cierre o un resultado final.
Por ejemplo, en un debate público, la conclusión puede ser una respuesta al argumento contrario, mientras que en un informe técnico, puede ser una recomendación basada en los datos recopilados. Esta versatilidad hace que la palabra conclusión sea una herramienta fundamental en la comunicación estructurada.
¿Cuál es el origen histórico de la palabra conclusión?
El término conclusión tiene sus raíces en el latín *conclusio*, que a su vez proviene de *concludere*, que significa cerrar o dar por terminado. Esta palabra latina se usaba para referirse al final de un discurso o argumento. En la Edad Media, con el desarrollo de la filosofía escolástica, el concepto de conclusión adquirió un significado más formal, especialmente en el contexto de la lógica aristotélica, donde se usaba para referirse al resultado de un silogismo.
Durante el Renacimiento, con el auge del humanismo y la escritura académica, el término se popularizó como parte de la estructura de los ensayos y tratados. En el siglo XVIII, con la Ilustración, la conclusión se convirtió en una sección fundamental de los escritos científicos y filosóficos. En la actualidad, su uso se ha extendido a múltiples campos, desde la literatura hasta la programación informática, donde una conclusión puede referirse al final de un proceso algorítmico.
Este legado histórico explica por qué, incluso en contextos modernos, la conclusión sigue siendo una herramienta clave para dar cierre a cualquier proceso de pensamiento o comunicación.
Sinónimos y variantes de la palabra conclusión
Existen varios sinónimos y variantes de la palabra conclusión, dependiendo del contexto en el que se use. Algunos de los más comunes incluyen:
- Final: Se usa para referirse al cierre de un evento o proceso.
- Desenlace: En la narrativa, se refiere al punto culminante o resolución de la trama.
- Resultado: En contextos científicos o lógicos, se usa para describir el efecto de un proceso.
- Cierre: En escritura académica, se refiere a la sección final del texto.
- Resumen final: En informes o ensayos, puede usarse para referirse a una síntesis de lo expuesto.
Por ejemplo, en un informe de investigación, en lugar de decir conclusión, se puede usar resultados clave o implicaciones prácticas. En un discurso, se puede decir llamada a la acción o reflexión final. Estos sinónimos no solo enriquecen el lenguaje, sino que también permiten adaptar el mensaje según el público y el propósito del texto.
¿Cuáles son los elementos que debe contener una buena conclusión?
Una buena conclusión debe contener varios elementos clave para cumplir su función de cierre y síntesis. Estos incluyen:
- Resumen de los puntos clave: No se trata de repetir, sino de sintetizar de manera concisa.
- Refuerzo de la tesis o mensaje principal: Debe reiterar la idea central del texto.
- Reflexión o valoración: Puede incluir una opinión crítica, una evaluación o una visión filosófica.
- Llamada a la acción o proyección: En textos persuasivos o argumentativos, puede incluir una propuesta de cambio o acción.
- Cierre coherente con el desarrollo: Debe enlazarse con el contenido anterior sin introducir ideas nuevas.
Por ejemplo, en un ensayo sobre el cambio climático, una conclusión efectiva podría resumir los argumentos presentados, destacar la importancia del tema y proponer soluciones concretas. En un texto narrativo, podría dejar al lector con una reflexión o una enseñanza.
Cómo usar la palabra conclusión y ejemplos de uso
La palabra conclusión se usa de manera frecuente en escritos formales y académicos. Su uso varía según el contexto, pero siempre implica un cierre o resultado. Por ejemplo:
- En un ensayo universitario, se puede escribir: En la conclusión de este trabajo, se destaca la importancia de la educación en la prevención de enfermedades.
- En un informe técnico, podría decirse: La conclusión del estudio indica que el nuevo medicamento es eficaz en más del 70% de los casos.
- En un artículo periodístico, se puede leer: La conclusión de la investigación revela que el gobierno no cumplió con los plazos establecidos.
En cada caso, la conclusión no solo cierra el texto, sino que también transmite un mensaje clave. Además, en lenguaje coloquial, se usa para referirse al final de una discusión o decisión: Llegamos a la conclusión de que lo mejor era cancelar el proyecto.
Errores comunes al redactar una conclusión
Aunque la conclusión es una sección clave, es común cometer errores al redactarla. Algunos de los errores más frecuentes incluyen:
- Introducir ideas nuevas: La conclusión no debe presentar información que no se haya desarrollado previamente.
- Repetir el desarrollo de manera monótona: No se trata de copiar lo que ya se dijo, sino de resumir de manera creativa.
- Faltar a la coherencia: La conclusión debe estar alineada con el tono y la estructura del texto.
- Ser demasiado breve o vaga: Una conclusión efectiva debe tener profundidad y claridad.
- Usar lenguaje inapropiado: El estilo de la conclusión debe adaptarse al tipo de texto y su audiencia.
Evitar estos errores requiere una planificación cuidadosa y una revisión final del texto. Una buena conclusión no solo cierra el ciclo lógico del texto, sino que también le da coherencia y impacto al lector.
La importancia de la conclusión en la comunicación efectiva
La conclusión no solo cierra un texto, sino que también juega un papel fundamental en la comunicación efectiva. En la vida cotidiana, al finalizar una conversación, una presentación o un debate, la forma en que se cierra puede influir en la percepción que el interlocutor tiene del mensaje. En el ámbito académico, una buena conclusión puede marcar la diferencia entre un trabajo bien estructurado y uno que carece de coherencia.
Además, en entornos profesionales, como en presentaciones corporativas o informes ejecutivos, la conclusión puede ser el momento en el que se presentan las recomendaciones o decisiones clave. Por eso, dominar el arte de redactar una conclusión clara, concisa y efectiva es una habilidad esencial para cualquier escritor, orador o profesional.
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