El concepto de saber dentro del marco de las competencias educativas ha sido abordado por múltiples autores desde diferentes perspectivas. Este término no se limita únicamente al conocimiento acumulado, sino que también implica la capacidad de aplicarlo en contextos reales. En este artículo profundizaremos en lo que significa el saber según los teóricos más influyentes, explorando su relación con las competencias, los enfoques pedagógicos y la formación integral del individuo.
¿Qué significa saber en el contexto de las competencias según los autores?
El saber, en el ámbito de las competencias, no se reduce a la memorización de información, sino que implica la integración de conocimientos, habilidades y actitudes. Autores como Luis Miguel de la Fuente y Jaime Tola han destacado que el saber en este contexto es funcional y se manifiesta en la capacidad del individuo para resolver problemas, tomar decisiones y actuar de manera eficaz en situaciones concretas.
Según Luis Miguel de la Fuente, el saber es el resultado del proceso de enseñanza-aprendizaje y se convierte en competencia cuando se aplica en situaciones auténticas. Es decir, no basta con conocer, sino que hay que saber cómo usar ese conocimiento. Por otro lado, Jaime Tola enfatiza que el saber debe estar vinculado a una finalidad práctica y social, lo cual lo convierte en una herramienta clave para el desarrollo personal y colectivo.
Un dato interesante es que el Proyecto PISA (OCDE) define el saber como una base esencial para las competencias, clasificándolo en tres tipos:conocimiento conceptual, conocimiento procedimental y conocimiento metacognitivo. Esta tipología refleja cómo los autores modernos ven el saber como un componente multidimensional de las competencias.
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El saber como eje transversal en el desarrollo de las competencias
El saber no es solo un contenido a transmitir, sino que también actúa como un eje que conecta distintas áreas del conocimiento. En este sentido, autores como David Perkins han destacado la importancia de enseñar para la comprensión, donde el saber no se memoriza, sino que se internaliza y se aplica en contextos diversos. Este enfoque permite que las competencias no sean solo habilidades técnicas, sino también procesos de pensamiento crítico y creativo.
Además, el saber, desde una perspectiva constructivista, es visto como un proceso dinámico. Autores como Jean Piaget y Lev Vygotsky han destacado cómo el conocimiento se construye a través de la interacción con el entorno y la colaboración con otros. Esto refuerza la idea de que el saber no se adquiere de manera pasiva, sino que se desarrolla a través de experiencias significativas.
Por ejemplo, en el currículo basado en competencias, el saber se organiza en torno a desempeños esperados, donde el estudiante no solo debe conocer, sino también demostrar que sabe aplicar ese conocimiento. Esto implica una evaluación formativa y un enfoque centrado en el aprendizaje activo.
El saber tácito y su relación con las competencias
Una dimensión menos explorada del saber es el saber tácito, que según Michael Polanyi, es aquel conocimiento que no se puede expresar fácilmente con palabras, pero que se transmite a través de la experiencia, la observación y la práctica. Este tipo de saber es fundamental en el desarrollo de competencias, especialmente en áreas como la educación, la medicina o el arte, donde la habilidad práctica es tan importante como la teoría.
El saber tácito se diferencia del saber explícito en que no siempre puede ser enseñado de forma directa. Por ejemplo, un maestro puede explicar cómo resolver un problema matemático, pero su habilidad para guiar a los estudiantes a través del proceso es un saber tácito que se adquiere con la experiencia. Esta distinción es clave para entender cómo se desarrollan las competencias de manera integral.
Ejemplos de saber en el desarrollo de competencias
Para comprender mejor cómo el saber se traduce en competencias, podemos observar algunos ejemplos prácticos:
- Competencia lectora: El saber no se limita a reconocer palabras, sino que implica comprender, interpretar y relacionar textos. Esto requiere un saber conceptual (sobre la estructura del lenguaje) y un saber procedimental (sobre estrategias de lectura).
- Competencia matemática: Aquí el saber incluye no solo fórmulas y teoremas, sino también la capacidad de aplicarlos en situaciones cotidianas, como calcular presupuestos o resolver problemas de proporcionalidad.
- Competencia digital: El saber en este caso no solo implica dominar herramientas tecnológicas, sino también comprender su funcionamiento, evaluar información en internet y usar la tecnología de manera ética y segura.
Cada uno de estos ejemplos muestra cómo el saber se convierte en una base para el desarrollo de competencias, siempre en relación con el contexto y la necesidad de aplicación.
El saber como concepto multidimensional en la educación
El concepto de saber, en el marco de las competencias, no puede ser abordado desde una única perspectiva. Autores como Jean-Paul Astolfi y Paulo Freire han destacado que el saber debe ser crítico, transformador y contextual. En este sentido, el saber no es un fin en sí mismo, sino un medio para desarrollar competencias que respondan a las necesidades reales de los estudiantes.
De acuerdo con Paulo Freire, el saber debe ser liberador. Esto significa que no se trata solo de transmitir conocimientos, sino de empoderar al estudiante para que los use como herramientas de análisis y cambio social. Esta visión humanista del saber es fundamental en la educación basada en competencias, donde el objetivo no es solo enseñar, sino formar individuos capaces de actuar en el mundo con autonomía y responsabilidad.
En este marco, el saber adquiere una dimensión ética y social, donde su aplicación no solo busca resolver problemas, sino también construir una sociedad más justa y equitativa.
Recopilación de autores que definen el saber en el contexto de las competencias
Varios autores han aportado definiciones del saber en relación con las competencias. A continuación, presentamos una recopilación de los más destacados:
- Luis Miguel de la Fuente: El saber es el contenido que se convierte en competencia cuando se aplica en contextos reales.
- Jaime Tola: El saber debe tener una finalidad práctica y social, y debe estar integrado con habilidades y actitudes.
- David Perkins: El saber debe enseñarse para la comprensión, y no solo para la memorización.
- Jean Piaget: El saber se construye a través de la interacción con el entorno.
- Lev Vygotsky: El saber es social y se desarrolla a través de la colaboración.
- Paulo Freire: El saber debe ser liberador y transformador.
Esta recopilación refleja cómo los autores ven el saber desde diferentes enfoques pedagógicos, pero siempre vinculándolo al desarrollo de competencias.
El saber en la formación de competencias: una mirada desde la práctica
El saber, como hemos visto, no es un concepto abstracto, sino que tiene una fuerte relación con la práctica. En la formación de competencias, el saber no se limita a lo teórico, sino que se pone a prueba en situaciones reales. Esto se puede observar en entornos educativos donde se priorizan las experiencias prácticas, las tareas auténticas y el aprendizaje basado en proyectos.
Por ejemplo, en una clase de ciencias, el estudiante no solo debe entender los conceptos, sino también aplicarlos en experimentos, analizar resultados y comunicar hallazgos. Este proceso no solo fortalece el saber conceptual, sino también el saber procedimental y el saber actitudinal. Además, fomenta el desarrollo de competencias como el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
En segundo lugar, el saber también se fortalece a través de la evaluación formativa, donde el estudiante recibe retroalimentación constante sobre su desempeño. Esto le permite identificar sus fortalezas y áreas de mejora, y ajustar su aprendizaje en consecuencia. Este tipo de evaluación es clave para convertir el saber en una competencia plenamente desarrollada.
¿Para qué sirve el saber en el desarrollo de las competencias?
El saber en el contexto de las competencias tiene múltiples funciones:
- Base para la formación: Proporciona los conocimientos necesarios para desarrollar habilidades y actitudes.
- Herramienta para la acción: Permite al individuo actuar de manera eficaz en situaciones concretas.
- Instrumento para la resolución de problemas: Facilita el pensamiento crítico y la toma de decisiones informadas.
- Elemento de conexión: Integra diferentes áreas del conocimiento, permitiendo una visión más holística del mundo.
- Fomenta el aprendizaje autónomo: El saber bien estructurado permite al estudiante buscar, organizar y aplicar información de manera independiente.
Un ejemplo práctico es el desarrollo de la competencia comunicativa, donde el saber no solo implica conocer las reglas gramaticales, sino también aplicarlas en situaciones de interacción, adaptándose al contexto y al interlocutor. Esta capacidad no surge de la memorización, sino de la práctica constante, guiada por un saber bien fundamentado.
Diferentes tipos de saber y su relación con las competencias
El saber puede clasificarse en distintas categorías, cada una con su relación específica con las competencias:
- Saber conceptual: Conocimiento sobre teorías, principios y estructuras. Ejemplo: entender los conceptos de física para resolver problemas de movimiento.
- Saber procedimental: Conocimiento sobre cómo hacer algo. Ejemplo: aplicar un algoritmo matemático para resolver ecuaciones.
- Saber actitudinal: Relación con valores, creencias y disposiciones. Ejemplo: mostrar respeto hacia las opiniones de los demás.
- Saber metacognitivo: Conocimiento sobre cómo aprendemos. Ejemplo: identificar estrategias de estudio efectivas.
- Saber tácito: Conocimiento no verbalizable adquirido a través de la experiencia. Ejemplo: saber cómo corregir el error de un compañero sin herir sus sentimientos.
Estos tipos de saber se complementan entre sí y son esenciales para el desarrollo de competencias auténticas. Un estudiante que solo posee saber conceptual, pero no sabe aplicarlo, no desarrollará una competencia completa.
El saber como fundamento para la formación integral
La formación integral no puede concebirse sin el saber como base. Autores como Jaime Tola han señalado que la educación no debe limitarse a la transmisión de conocimientos, sino que debe formar individuos competentes, éticos y críticos. En este sentido, el saber no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar una educación con sentido social y personal.
Por ejemplo, en un contexto de educación ambiental, el saber no se limita a la memorización de datos sobre el cambio climático, sino que implica comprender el impacto de las acciones humanas, asumir responsabilidades y actuar de manera sostenible. Esta visión del saber como herramienta para el cambio es fundamental para desarrollar competencias con una finalidad trascendente.
El significado del saber en el desarrollo de competencias
El saber, en el desarrollo de competencias, se define como el conocimiento que el individuo posee y que puede aplicar en situaciones reales. Esta definición no es estática, sino dinámica, ya que el saber se construye a través de la experiencia, el contexto y la interacción con los demás. Según Luis Miguel de la Fuente, el saber no se adquiere de forma aislada, sino que se integra con habilidades y actitudes para formar una competencia plena.
El saber puede clasificarse en distintos niveles:
- Saber qué: Conocer hechos, conceptos y principios.
- Saber cómo: Aplicar conocimientos en situaciones concretas.
- Saber por qué: Entender el significado y la relevancia del conocimiento.
- Saber para qué: Darse cuenta del propósito y la utilidad del conocimiento.
Cada nivel del saber contribuye al desarrollo de competencias de manera diferente. Por ejemplo, un estudiante puede saber qué es un triángulo (saber qué), cómo calcular su área (saber cómo), por qué es útil en arquitectura (saber por qué) y para qué se usa en la vida real (saber para qué). Esta progresión es fundamental para construir competencias reales y significativas.
¿Cuál es el origen del concepto de saber en las competencias?
El concepto de saber en el marco de las competencias tiene sus raíces en diferentes corrientes pedagógicas y epistemológicas. En la educación moderna, el saber ha evolucionado de un enfoque más tradicional, centrado en la transmisión de contenidos, hacia un enfoque más constructivista, donde el estudiante es el protagonista del aprendizaje.
Este cambio se ha visto influenciado por autores como Jean Piaget, quien propuso que el conocimiento se construye a través de la interacción con el entorno, y Lev Vygotsky, quien destacó la importancia del aprendizaje social. Más recientemente, autores como David Perkins han redefinido el saber como un proceso de comprensión y aplicación, no solo de memorización.
En el contexto de las competencias, el saber ha tomado una nueva dimensión, donde se valora no solo lo que se conoce, sino cómo se aplica ese conocimiento. Esto refleja una visión más práctica y social del saber, donde su valor no se mide por la cantidad, sino por su utilidad en contextos reales.
El saber como sinónimo de conocimiento aplicable
El saber, en el contexto de las competencias, puede considerarse como un sinónimo de conocimiento aplicable. Esto lo diferencia del conocimiento meramente teórico o acumulado. El saber no es solo información almacenada, sino que implica la capacidad de usar esa información de manera efectiva y situada.
Por ejemplo, un estudiante puede conocer todos los términos de un idioma extranjero, pero si no sabe cómo usarlos en una conversación, no ha desarrollado la competencia comunicativa. En este caso, el saber conceptual no se traduce en una competencia plena, a menos que se integre con el saber procedimental y actitudinal.
Este concepto de saber como conocimiento aplicable también se refleja en el currículo basado en competencias, donde los objetivos no se centran en memorizar información, sino en desarrollar habilidades que permitan al estudiante enfrentar desafíos reales de manera autónoma y eficaz.
¿Cómo se relaciona el saber con las competencias?
La relación entre el saber y las competencias es profunda y bidireccional. Por un lado, el saber proporciona la base teórica y conceptual necesaria para desarrollar competencias. Por otro lado, el desarrollo de competencias implica la aplicación y puesta en práctica del saber en contextos reales.
Esta relación se puede entender a través de los siguientes puntos:
- El saber es la base: Sin conocimientos previos, no es posible desarrollar competencias. Por ejemplo, no se puede ser competente en programación si no se sabe lo básico sobre lenguajes de código.
- La competencia implica más que saber: Mientras que el saber puede ser teórico, la competencia incluye habilidades prácticas, actitudes y valores.
- El saber se transforma en competencia: A través de la práctica, el conocimiento se internaliza y se convierte en una competencia funcional.
- La evaluación de competencias implica el saber: Para evaluar si un estudiante ha desarrollado una competencia, es necesario que demuestre que sabe aplicar el conocimiento.
En resumen, el saber es un componente esencial, pero no suficiente, para el desarrollo de competencias. La clave está en cómo se integra, aplica y pone en práctica ese conocimiento.
Cómo usar el saber para desarrollar competencias: ejemplos prácticos
Para que el saber se convierta en una competencia plenamente desarrollada, es necesario que se ponga en práctica de manera constante y situada. A continuación, presentamos algunos ejemplos de cómo esto puede lograrse:
- Enseñanza basada en proyectos: Los estudiantes aprenden a través de proyectos reales que requieren investigación, planificación y ejecución. Esto les permite aplicar su saber en contextos auténticos.
- Aprendizaje colaborativo: Trabajar en equipo fomenta el intercambio de saberes, la resolución de problemas y el desarrollo de habilidades sociales.
- Resolución de casos: Los estudiantes analizan situaciones concretas y proponen soluciones. Esto les permite aplicar su saber en escenarios simulados.
- Simulaciones y juegos educativos: Estos entornos permiten que los estudiantes experimenten con el saber en situaciones lúdicas pero significativas.
- Autoevaluación y metacognición: Reflexionar sobre su aprendizaje les permite a los estudiantes identificar qué saben, cómo lo aplican y cómo pueden mejorar.
Estos ejemplos muestran cómo el saber no se limita a la teoría, sino que se convierte en una herramienta para el desarrollo de competencias reales y significativas.
El saber como puente entre educación y sociedad
El saber, en el contexto de las competencias, no solo tiene una función educativa, sino también una función social. Autores como Paulo Freire han destacado que la educación debe preparar a los individuos no solo para el trabajo, sino también para la vida en sociedad. En este sentido, el saber adquiere una dimensión ética y comprometida.
Por ejemplo, en una sociedad cada vez más interconectada, el saber digital no solo implica habilidades técnicas, sino también responsabilidad ética, como el uso responsable de internet, la protección de la privacidad y la crítica frente a la desinformación. Este tipo de saber es fundamental para desarrollar competencias ciudadanas que preparen a los estudiantes para participar activamente en la sociedad.
Además, el saber también debe ser inclusivo. No se trata solo de enseñar a todos lo mismo, sino de adaptar el saber a las necesidades de cada estudiante, respetando su contexto cultural y social. Esta visión del saber como herramienta para la equidad y la justicia es una de las dimensiones más importantes en la educación actual.
El saber como base para la formación de profesionales competentes
En el ámbito laboral, el saber no es suficiente por sí solo. Para formar profesionales competentes, es necesario que el saber se integre con habilidades técnicas, habilidades blandas y actitudes profesionales. Esto implica que las instituciones educativas deben diseñar currículos que no solo transmitan conocimientos, sino que también fomenten el desarrollo de competencias aplicables al entorno laboral.
Por ejemplo, en la formación de ingenieros, el saber técnico es fundamental, pero también es necesario que los estudiantes desarrollen competencias como el trabajo en equipo, la toma de decisiones, la gestión del tiempo y la resolución de conflictos. Estas competencias no se enseñan de forma aislada, sino que se desarrollan a través de proyectos, prácticas y experiencias reales.
Este enfoque basado en el saber aplicado y las competencias es clave para preparar a los estudiantes no solo para el mercado laboral, sino también para la vida personal y social. En este sentido, el saber no es un fin en sí mismo, sino un medio para formar individuos capaces de enfrentar los desafíos del mundo actual con creatividad, ética y responsabilidad.
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