El comportamiento político en las organizaciones es un tema relevante en el ámbito del liderazgo empresarial y la gestión de equipos. Se refiere a las acciones, estrategias y dinámicas que los individuos utilizan para influir en el entorno laboral, a menudo con el objetivo de alcanzar metas personales o grupales. Este fenómeno, aunque no siempre es negativo, puede afectar la eficiencia, la moral del equipo y la cultura organizacional. En este artículo exploraremos en profundidad qué implica el comportamiento político dentro de las organizaciones, sus manifestaciones, impactos y cómo puede gestionarse de manera ética y efectiva.
¿Qué es el comportamiento político en las organizaciones?
El comportamiento político en las organizaciones se define como un conjunto de acciones que los empleados realizan para influir en la toma de decisiones, el acceso a recursos, o la asignación de responsabilidades, sin necesariamente estar alineadas con los objetivos formales de la organización. Estas acciones pueden incluir manipulación, formación de alianzas, engaño, o el uso de información selectiva para obtener ventajas personales o colectivas.
Este tipo de conducta no es exclusiva de organizaciones corruptas ni de personas malintencionadas, sino que puede surgir incluso en entornos éticos, cuando las personas perciben que las normas formales no les ofrecen un acceso equitativo a oportunidades o reconocimiento. En este sentido, el comportamiento político puede ser una respuesta a estructuras organizacionales injustas o a sistemas de incentivos poco transparentes.
Un dato interesante es que, según estudios de la Universidad de Harvard, entre el 30% y el 50% de los empleados en organizaciones grandes reportan haber observado o participado en algún tipo de comportamiento político en el trabajo. Esto subraya su relevancia como fenómeno común en el ámbito laboral.
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La dinámica del poder en entornos corporativos
El comportamiento político en las organizaciones está estrechamente relacionado con la dinámica del poder. En entornos corporativos, el poder no siempre se distribuye de forma equitativa, lo que puede generar desigualdades en la toma de decisiones y en el acceso a recursos. Los empleados, conscientes de estas asimetrías, pueden recurrir a estrategias políticas para compensar su posición débil o para fortalecer su influencia.
Por ejemplo, un empleado que no tiene autoridad formal puede formar alianzas con colegas clave, influir en la percepción de sus superiores o incluso manipular información para mejorar su visibilidad o promoción. Estas acciones pueden ser útiles a corto plazo, pero a menudo generan conflictos, desconfianza y una disminución de la productividad a largo plazo.
La dinámica del poder también puede estar influenciada por factores como el tamaño de la organización, la cultura empresarial, o el estilo de liderazgo. En organizaciones más pequeñas o con liderazgo paternalista, el comportamiento político puede manifestarse de manera más directa y explícita, mientras que en entornos más descentralizados o con culturas abiertas, puede ser más sutil o incluso fomentarse como parte de un proceso democrático interno.
El papel de la ética en el comportamiento político
La ética juega un papel fundamental en la distinción entre un comportamiento político legítimo y uno perjudicial. No todos los comportamiento políticos son negativos; de hecho, algunos pueden ser necesarios para lograr objetivos en entornos competitivos o cuando las estructuras formales no responden a las necesidades reales de los empleados. Sin embargo, cuando estos comportamientos incluyen engaño, manipulación, o discriminación, se convierten en una amenaza para la integridad de la organización.
Por ejemplo, un empleado que busca mejorar su desempeño puede recurrir a la formación de alianzas estratégicas para obtener apoyo en proyectos importantes. Esto, en sí mismo, no es negativo. Sin embargo, si esa alianza se basa en el chantaje, el soborno o la exclusión de otros colegas, entonces se convierte en un comportamiento político inapropiado.
Las organizaciones éticas suelen fomentar la transparencia, la justicia y la responsabilidad, lo que puede reducir la necesidad de comportamientos políticos. Además, la implementación de políticas claras sobre ética empresarial y liderazgo puede ayudar a crear un entorno donde los empleados no sientan la necesidad de recurrir a tácticas políticas para avanzar.
Ejemplos de comportamiento político en organizaciones
Existen múltiples ejemplos de comportamiento político en el entorno laboral, que van desde tácticas sutiles hasta acciones más evidentes. Algunos de los más comunes incluyen:
- Manipulación de información: Un empleado puede ocultar datos o presentar información de manera sesgada para favorecer su visión o proyecto.
- Alianzas estratégicas: Formar grupos informales con otros colegas para influir en decisiones o para obtener apoyo en promociones.
- Blanqueo de responsabilidad: Atribuir el éxito de un proyecto al grupo, pero culpar a otros cuando se presentan problemas.
- Exclusión: Excluir a ciertos empleados de reuniones, proyectos o decisiones importantes para limitar su influencia.
- Soborno y regalos: Ofrecer favores personales o materiales a colegas o superiores a cambio de apoyo.
Estos comportamientos pueden ser difíciles de detectar, especialmente cuando se presentan de manera indirecta. Por ejemplo, alguien puede olvidar mencionar a un compañero en una reunión importante, o promover una visión que beneficia a su equipo pero no necesariamente al proyecto general. En estos casos, la ética y la transparencia son claves para mantener la integridad del entorno laboral.
El concepto de juego de poder en el trabajo
El comportamiento político en las organizaciones puede entenderse como una forma de juego de poder, donde los empleados compiten por recursos, reconocimiento o influencia. Este juego no siempre se basa en normas explícitas, lo que lo convierte en un entorno complejo y a menudo impredecible. Las reglas de este juego suelen estar implícitas, y quienes las comprenden y aplican con habilidad pueden tener ventaja sobre otros.
En este contexto, el juego de poder puede incluir tácticas como el control de información, la gestión de la percepción, o la utilización de redes de contactos. Por ejemplo, un gerente puede controlar el flujo de información para mantener un control sobre decisiones importantes. O un empleado puede construir una red de aliados para protegerse de críticas o para avanzar en su carrera.
El juego de poder puede tener tanto aspectos positivos como negativos. En algunos casos, puede fomentar la innovación y la toma de decisiones más ágiles, especialmente en organizaciones descentralizadas. Sin embargo, cuando se basa en manipulación o falta de ética, puede generar conflictos, desconfianza y una disminución de la cohesión del equipo.
Recopilación de comportamientos políticos comunes en empresas
A continuación, se presenta una lista de los comportamientos políticos más comunes observados en empresas, clasificados según su naturaleza y efectos:
- Formación de alianzas: Crear grupos informales para influir en decisiones.
- Manipulación de información: Ocultar o presentar información de manera sesgada.
- Control de recursos: Acceder a recursos clave para limitar el acceso de otros.
- Promoción de imagen: Cultivar una reputación favorable a través de publicidad o propaganda interna.
- Alianzas de interés: Buscar apoyo en base a favores o intercambios.
- Exclusión: Excluir a ciertos empleados para limitar su influencia.
- Blanqueo de responsabilidad: Atribuir éxito colectivo, pero culpar a otros en caso de fracaso.
Cada uno de estos comportamientos puede tener diferentes grados de impacto en la organización. Por ejemplo, la formación de alianzas puede ser positiva si se utiliza para resolver problemas colaborativamente, pero se vuelve negativa si se usa para marginar a otros. La clave está en la transparencia, la ética y el equilibrio entre lo que se busca lograr y cómo se lo logra.
Las facetas del comportamiento político en el entorno laboral
El comportamiento político puede manifestarse de múltiples formas, desde tácticas sutiles hasta acciones más evidentes. En un primer nivel, puede ser utilizado como una herramienta para lograr objetivos legítimos, como mejorar el rendimiento del equipo o asegurar el reconocimiento por un trabajo bien hecho. En este caso, el comportamiento político puede ser una estrategia eficaz para navegar en entornos complejos y competitivos.
Sin embargo, en un segundo nivel, el comportamiento político puede convertirse en una forma de manipulación, donde los individuos buscan ventajas personales a costa de otros. Esto puede incluir la creación de alianzas excluyentes, la manipulación de información, o el uso de chantaje emocional para influir en decisiones. Este tipo de conducta no solo afecta la moral del equipo, sino que también puede erosionar la confianza entre los empleados y los líderes.
Por ejemplo, un gerente puede usar su posición para promover a un empleado cercano, ignorando a otros candidatos más capacitados. Este tipo de acción puede ser justificada como un apoyo a un colaborador, pero en la práctica, puede generar resentimiento y una percepción de injusticia. Por otro lado, un empleado que busca formar una red de contactos para apoyar su desarrollo profesional no está necesariamente actuando de manera inapropiada, pero debe hacerlo con transparencia y ética.
¿Para qué sirve el comportamiento político en las organizaciones?
El comportamiento político en las organizaciones puede servir para múltiples propósitos, dependiendo del contexto y la intención de quien lo utiliza. En algunos casos, puede ser una herramienta útil para lograr objetivos que no son alcanzables a través de los canales formales. Por ejemplo, un empleado que siente que su voz no es escuchada en reuniones formales puede recurrir a conversaciones informales con colegas clave para influir en decisiones.
También puede ser útil para adaptarse a entornos laborales que no ofrecen canales claros de avance o reconocimiento. En organizaciones donde las decisiones se toman a través de relaciones personales más que por mérito, el comportamiento político puede ser necesario para sobrevivir o incluso prosperar. Sin embargo, esto no significa que sea ético o deseable, especialmente si implica manipulación o exclusión.
En algunos casos, el comportamiento político puede servir para equilibrar el poder entre diferentes grupos dentro de la organización. Por ejemplo, si una división siente que está siendo marginada por otra, puede formar alianzas estratégicas para defender sus intereses. Sin embargo, esto puede llevar a conflictos internos si no se gestiona con transparencia y respeto.
El uso estratégico del comportamiento político en el trabajo
El comportamiento político en el trabajo puede entenderse como una estrategia de influencia, donde los empleados buscan maximizar sus oportunidades dentro de un entorno competitivo. Esta estrategia no siempre es negativa, y puede adoptar formas constructivas, como el desarrollo de redes de contactos, la participación en proyectos clave, o la promoción de ideas innovadoras.
Una de las ventajas del comportamiento político es que permite a los empleados adaptarse a entornos laborales complejos, donde no siempre hay canales formales para expresar opiniones o acceder a oportunidades. Por ejemplo, un empleado que quiere destacar puede buscar mentorías con líderes influyentes, participar en proyectos visibles, o construir una reputación de colaboración y liderazgo.
Sin embargo, el uso estratégico del comportamiento político también implica riesgos. Si se basa en manipulación o exclusión, puede generar conflictos, desconfianza y una disminución de la productividad. Además, puede afectar la cultura organizacional, especialmente si se normaliza el uso de tácticas no éticas para alcanzar metas.
La influencia del comportamiento político en la toma de decisiones
El comportamiento político tiene un impacto directo en la toma de decisiones dentro de las organizaciones. En muchos casos, las decisiones no se toman únicamente por mérito o por análisis técnico, sino también por influencias políticas. Esto puede llevar a decisiones que no son óptimas desde un punto de vista estratégico, pero sí benefician a ciertos grupos o individuos.
Por ejemplo, un proyecto puede ser elegido no por su viabilidad o rentabilidad, sino por la cantidad de apoyo que recibe de líderes clave. Esto puede llevar a una asignación ineficiente de recursos y a la marginación de ideas más innovadoras o prácticas. Además, cuando los empleados perciben que las decisiones se toman de manera política, pueden perder la motivación y la confianza en la organización.
Para mitigar estos efectos, es importante que las organizaciones implementen procesos de toma de decisiones transparentes y basados en mérito. Esto puede incluir la participación de múltiples stakeholders, la evaluación objetiva de proyectos, y la promoción de una cultura donde las ideas se valoran más que las conexiones personales.
El significado del comportamiento político en el entorno laboral
El comportamiento político en el entorno laboral tiene un significado profundo, ya que refleja cómo los individuos interactúan entre sí para alcanzar sus metas personales y organizacionales. Este tipo de conducta no es exclusiva de ciertos tipos de empresas o sectores, sino que puede manifestarse en cualquier organización, independientemente de su tamaño, cultura o nivel de formalidad.
En términos más generales, el comportamiento político puede ser entendido como una forma de adaptación al entorno laboral. Cuando los empleados perciben que las normas formales no responden a sus necesidades, o que el sistema de incentivos no es justo, pueden recurrir a estrategias políticas para equilibrar las desigualdades. Esto puede incluir la formación de alianzas, el control de información, o la gestión de la percepción.
Además, el comportamiento político puede tener diferentes niveles de complejidad. En organizaciones pequeñas, puede ser más directo y menos estructurado, mientras que en empresas grandes, puede tomar formas más sofisticadas, como la manipulación de indicadores de desempeño o el uso de redes de contactos para influir en promociones. En ambos casos, el impacto del comportamiento político puede ser significativo, tanto en términos de productividad como de cultura organizacional.
¿Cuál es el origen del comportamiento político en las organizaciones?
El origen del comportamiento político en las organizaciones se puede rastrear hasta las complejidades inherentes a la naturaleza humana y al entorno laboral. En esencia, surge de la necesidad de los individuos de obtener recursos, reconocimiento y estabilidad en un entorno competitivo. Esta necesidad puede estar motivada por factores como la supervivencia económica, el deseo de crecimiento profesional o la búsqueda de seguridad emocional.
Desde una perspectiva histórica, el comportamiento político ha estado presente desde los primeros modelos organizacionales. En la época de las grandes corporaciones industriales del siglo XIX y XX, donde la estructura era muy jerárquica, los empleados tenían pocos canales para expresar sus opiniones o acceder a oportunidades. Esto fomentó la creación de redes informales y la formación de alianzas para influir en decisiones.
En la actualidad, aunque las organizaciones son más descentralizadas y abiertas, el comportamiento político sigue siendo relevante. Esto se debe a que, incluso en entornos con políticas de transparencia y justicia, existen desigualdades de poder, recursos y visibilidad que pueden llevar a ciertos individuos a actuar políticamente para compensar estas desigualdades.
Variaciones del comportamiento político en diferentes sectores
El comportamiento político puede variar significativamente según el sector en el que se encuentre una organización. Por ejemplo, en el sector público, donde los recursos son limitados y la burocracia es alta, el comportamiento político puede manifestarse a través de la formación de grupos de presión, el control de información o el uso de redes informales para obtener favores. En este contexto, la política es a menudo una herramienta para navegar en un sistema complejo.
En el sector privado, especialmente en empresas grandes con estructuras corporativas complejas, el comportamiento político puede tomar formas más sutiles, como la manipulación de indicadores de desempeño o la gestión de la percepción de los líderes. En este tipo de entornos, la competencia interna puede ser intensa, lo que lleva a algunos empleados a recurrir a tácticas políticas para destacar.
Por otro lado, en organizaciones no gubernamentales o de impacto social, el comportamiento político puede estar más vinculado a la gestión de recursos externos, como el acceso a donaciones, patrocinios o colaboraciones. En estos casos, la formación de alianzas y la gestión de relaciones puede ser una estrategia política legítima y necesaria para lograr los objetivos de la organización.
¿Cuáles son las consecuencias del comportamiento político en las organizaciones?
Las consecuencias del comportamiento político en las organizaciones pueden ser tanto positivas como negativas, dependiendo del contexto y de la forma en que se implementa. En algunos casos, puede generar ventajas para los individuos involucrados, como mayor visibilidad, promociones o acceso a recursos. Sin embargo, a menudo tiene efectos negativos en el entorno laboral.
Una de las consecuencias más comunes es la disminución de la confianza entre los empleados. Cuando los individuos perciben que las decisiones se toman de manera política, pueden sentirse excluidos o desilusionados, lo que afecta la moral del equipo. Además, la competencia interna puede generar conflictos, tensiones y una cultura de desconfianza que reduce la colaboración.
Otra consecuencia es la ineficiencia organizacional. Cuando los recursos se asignan basándose en alianzas políticas en lugar de en mérito o necesidad, se puede perder tiempo y dinero en proyectos no óptimos. Esto puede llevar a una disminución de la productividad y a un aumento de los costos operativos.
Por último, el comportamiento político puede afectar la reputación de la organización. Si se percibe como una empresa donde prevalecen las tácticas políticas sobre los principios éticos, puede dificultar la atracción de talento y la fidelización de clientes y socios.
Cómo usar el comportamiento político de manera ética en el trabajo
El comportamiento político en el trabajo puede usarse de manera ética si se enfoca en el bien común de la organización y si se respeta la transparencia y la justicia. Para ello, es importante seguir ciertos principios y estrategias:
- Promover la colaboración: Formar alianzas con otros empleados para lograr objetivos comunes, no para marginar a otros.
- Manejar la información con responsabilidad: Compartir información de manera justa y no manipular datos para obtener ventajas personales.
- Buscar el reconocimiento basado en mérito: Promover ideas y proyectos basados en su valor y no en relaciones personales.
- Involucrar a otros en decisiones clave: Evitar la exclusión y fomentar la participación de todos los stakeholders.
- Ser transparente en las acciones: Evitar tácticas opacas y justificar las acciones con fundamentos claros y racionales.
Por ejemplo, un empleado que quiere promover un proyecto puede hacerlo presentando evidencia sólida, obteniendo el apoyo de diferentes áreas y asegurándose de que todos los interesados tengan una voz en la toma de decisiones. Esto no solo incrementa las probabilidades de éxito del proyecto, sino que también fortalece la confianza y la colaboración dentro de la organización.
El impacto del comportamiento político en la cultura organizacional
El comportamiento político tiene un impacto profundo en la cultura organizacional, ya que influye en cómo los empleados perciben el entorno laboral y en cómo interactúan entre sí. Cuando el comportamiento político se normaliza, especialmente en su forma negativa, puede generar una cultura de desconfianza, competencia desleal y falta de colaboración.
Una cultura organizacional saludable fomenta la transparencia, la justicia y el respeto mutuo. En este tipo de entornos, el comportamiento político puede ser útil si se utiliza para promover ideas innovadoras o para resolver conflictos de manera constructiva. Sin embargo, si se basa en manipulación, exclusión o engaño, puede erosionar la confianza y la moral del equipo.
Además, el comportamiento político puede afectar la manera en que los empleados perciben el liderazgo. Si los líderes utilizan tácticas políticas para mantener el control, los empleados pueden sentir que el sistema es injusto y que no hay canales legítimos para expresar sus opiniones. Esto puede llevar a una disminución de la participación y a un aumento de la rotación.
Estrategias para mitigar el comportamiento político en las organizaciones
Para mitigar el comportamiento político en las organizaciones, es necesario implementar estrategias que promuevan la transparencia, la justicia y la colaboración. Algunas de las estrategias más efectivas incluyen:
- Implementar políticas claras de ética empresarial: Establecer normas explícitas sobre el comportamiento aceptable y los valores organizacionales.
- Fomentar una cultura de transparencia: Asegurar que las decisiones se tomen de manera abierta y que los empleados tengan acceso a la información relevante.
- Reconocer el mérito y la contribución: Establecer criterios objetivos para la promoción y el reconocimiento.
- Fomentar la participación en decisiones: Incluir a los empleados en el proceso de toma de decisiones para que se sientan valorados y respetados.
- Promover el liderazgo ético: Formar a los líderes en habilidades de gestión ética y en la promoción de una cultura organizacional saludable.
Estas estrategias no solo ayudan a reducir el comportamiento político negativo, sino que también fortalecen la cohesión del equipo, la confianza en la dirección y la motivación de los empleados. Además, pueden mejorar la reputación de la organización y facilitar la atracción de talento de alta calidad.
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